Es una daga
clavada en el centro del pecho,
parece que nada puede calmar este dolor
y sangra la herida
ya sin sangrar.
Parece que nada puede aplacar este sufrimiento
de verte ir
aun estando
aun sin quererlo,
aferrada a la vida,
arañando con fuerza
las paredes de este tiempo
que se te caen encima.
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