miércoles, 30 de septiembre de 2009

París,17 de febrero de 1903

Estimado señor:
He recibido su carta hace sólo pocos días.
Quiero darle las gracias por su confianza grande y buena.Es lo único que puedo hacer.No puedo abordar la naturaleza de sus versos,porque toda intención crítica está demasiado alejada de mi.
Nada hay que se acerque menos a una obra de arte que las palabras de la crítica:se termina siempre en equívocos más o menos afortunados.Las cosas no son tan concretas y definibles como por lo general se nos quiere hacer creer.
Casi todo lo que acontece es inefable;se cumple en un ámbito que la palabra jamás ha hollado;y más inefable que cualquier otra cosa son las obras de arte,misteriosas existencias cuyas vidas perduran junto a las nuestras,que transcurren.
Si me anticipo a expresarle esto,sólo puedo decirle aún que sus versos no tienen una naturaleza propia,pero sí ocultos y silenciosos atisbos de personalidad.Donde lo siento más claramente es en el último poema,"Meine Seele".Hay en él algo propio que quiere hacerse palabra y estilo.Y en el bello poema "An Leopardi"alienta tal vez una cierta afinidad con aquel grande,aquel solitario.Sin embargo los poemas no son todavía algo de por sí,algo singular,ni siquiera el último,ni el dedicado a Leopardi.La afectuosa carta que los acompaña ha logrado aclararme cierta deficiencia que sentía yo al leer sus versos y que no había podido definir claramente.
Pregunta usted si sus versos son buenos.Me lo pregunta a mi.Antes se lo ha preguntado a otros,los envía a las revistas,los compara con otros y se inquieta cuando algunas redacciones rechazan sus ensayos.Ya que me ha autorizado a darle un consejo,le pido que abandone todo eso.
Usted mira hacia afuera,y eso es fundamentalmente lo que no debería hacer ahora.Nadie puede darle un consejo ni ayudarlo,nadie.Sólo hay una manera .Recorra su propio interior.Examine la causa que lo exhorta a escribir;obseve si extiende sus raíces hasta lo más hondo de su corazón;confiésese si moriría en caso de que le prohibieran escribir.Eso es lo más importante:pregúntese en la hora más serena de la noche:"¿Debo escribir?"Ahonde en usted en busca de una respuesta profunda.Y si ella fuese afirmativa,si tuviera que responder a esa pregunta grave con un "Debo"firme y sencillo,construya entonces su vida según esa necesidad;ella deberá ser hasta en su hora más indiferente,hasta en la más insignificante un signo.
Acérquese entonces a la naturaleza.E intente ,como un primer hombre,decir lo que ve y lo que siente,lo que ama y lo que pierde.No escriba poemas de amor,evite sobre todo aquellas formas demasiado comunes y habituales:son las más difíciles porque una fuerza inmensa y madura es necesaria para decir algo personal allí donde existen expresiones buenas y hasta brillantes en abundancia.Aléjese entonces de los motivos comunes y acérquese a aquello que cada día pone al alcance de su mano;describa sus tristezas y sus anhelos,los pensamientos fugaces y su creencia en algo bello-describa todo eso con una sinceridad interior serena y humilde;y utilice para expresarse las cosas que lo rodean,las imágenes de sus sueños,los objetos de su memoria.Si lo cotidiano le parece pobre no lo culpe;piense que el culpable es usted;dígase que no es lo bastante poeta como para convocar a sus tesoros;porque para quién crea,la pobreza no existe,y ningún sitio es pobre o indiferente.Y aún si estuviera usted en una celda cuyas paredes impidieran que llegara a sus sentidos cualquiera de los rumores del mundo-¿no tendría acaso su infancia,ese delicioso reino,ese tesoro de recuerdos?Dirija hacia ella su mirada.Intente hacer surgir las hundidas sensaciones de aquel inmenso pasado;su personalidad se afirmará;su soledad se hará más grande y se convertirá en una morada transida de luz crepuscular por la que el estrétito ajeno pasará de largo,distante.
Y si de ese ensimismarse,de ese hundimiento en su mundo más propio surgen versos,ya no pensará en preguntar a otro si son buenos.Tampoco tratará de interesar a las revistas en sus trabajos,porque en ellos reconocerá su posesión natural más querida,un trozo y una voz de su existencia.Una obra de arte es buena cuando ha nacido de la necesidad.En esa naturaleza de su origen reside su esencia,no hay otra.Por eso,estimado señor,ningún otro consejo sabría darle sino tan sólo este:recorra el camino hacia su interior y observe las profundidades de donde surge su vida.En sus fuentes hallará usted la respuesta,y sabrá si debe crear.Tal vez el tiempo demuestre que está usted llamado a ser artista.Acepte entonces ese destino,sopórtelo con su peso y su grandeza,sin esperar jamás un reconocimiento que pudiera llegar desde afuera,porque el creador ha de tener ha de tener un mundo para sí mismo,encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a la que se ha incorporado.
Pero también es posible que tras ese descenso a su interior y a su soledad,deba usted renunciar a ser poeta-es suficiente,como ya le he dicho,sentir que la vida es posible sin escribir,para no poder hacerlo ya,absolutamente-Pero aún así,este recogimiento que le pido no habrá sido en vano.A partir de allí,su vida hallará de todos modos,algunos caminos y que serán buenos,fecundos y extensos,es lo que le deseo más allá de lo que puedo expresar.
¿Qué otra cosa puedo decirle?Me parece que todo está en su lugar;y en definitiva solo he querido aconsejarle que atraviese usted con seriedad y serenidad su maduración,porque de ningún modo podría perturbarla más que si se dirige hacia el exterior y espera de allí una respuesta a preguntas que sólo su sentimiento más hondo podrá tal vez responder en su hora más serena.
Fué para mi una gran alegría encontrar en su carta el nombre del profesor Horacek;siento un profundo cariño por aquel bondadoso sabio y un agradecimiento que perdura a lo largo de tantos años.Le ruego que le transmita ese sentimiento mío,es muy bondadoso de su parte recordarme todavía y sé apreciarlo.
Los versos que amablemente me ha confiado usted,se los devuelvo ahora.Y le agradezco una vez más la grandeza y cordialidad de su confianza,que he tratado de merecer a través de esta respuesta tan sincera como he podido dársela,siendo como soy,un extraño.
Con todo afecto e interés.

                                                                                   Rainer María Rilke.

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